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martes, 22 de febrero de 2011

LO QUE LOS DENTISTAS NO NOS DICEN.-


INFOME ESCRITO POR:
Teresa Farré i Rosich, donde nos habla un poco sobre las amalgamas, los metales pesados, el fluor....Creo que es interesante por lo que he decidido compartirlo con todos. Espero que os guste.

Sobre el libro: “LO QUE LOS DENTISTAS NO NOS DICEN.
Los peligros del flúor y de los empastes de mercurio” de Bryan Hubbard

Hace unos años que tomé conciencia de cómo nos influye todo lo que nos envuelve, en ello incluyo los agentes químicos.


En mis años de enfermera hospitalaria, al principio, creía que no existía nada más que lo que yo conocía y luchaba de una manera acérrima contra todo aquello que salía de la norma. Pero la maternidad me demostró que las normas no existen.

Los diferentes problemas de salud que presentaron mis hijos me abrieron los ojos a otro mundo, poco conocido, donde encontré respuestas desconocidas para mi y un campo donde investigar.


Uno de los temas que más me costó entender es el de las vacunas y a pesar de que me decían: “no vacune a sus hijos”, yo seguí vacunándolos hasta que en mi formación descubrí que era un tema importante.


Los libros y las conferencias fueron mi fuente de información. Comprendí el tema de la toxicidad del mercurio y el aluminio y lo más importante fue recordar que mi hijo empezó con las bronquitis asmáticas el mismo mes que le administraron la triple vírica.


También asistí a conferencias sobre la toxicidad de los metales y me di cuenta de la realidad que nos envolvía y lo duro y difícil que es luchar contra ella.


Después de escuchar hablar a la Dra. Gloria Sabater sobre las alergias a los metales cayó en mis manos el libro “Lo que los dentistas no nos dicen”. Sabía sobre la toxicidad de las amalgamas pero me pareció increíble ver las estadísticas que el libro presenta.


Por estas razones decidí hacer un resumen del libro, para divulgar la existencia de estos problemas y abrir una puerta al que quiera buscar más información.

Sobre las amalgamas



El centro de toxicidad de la Universidad de Tennessee, que evalúa los niveles de toxicidad letal para el ser humano de las diferentes sustancias nocivas, sitúa el mercurio en los 1600 y el plutonio, el más mortífero en 1900. Esto demuestra que el mercurio se encuentra entre las sustancias más tóxicas para el ser humano.

Me ha llamado la atención, la información recopilada por el Dr. Levenson que demuestra que los propios dentistas muestran, en sus organismos, un alto grado de contaminación en forma de elevadas concentraciones de mercurio en las glándulas pituitarias, así como el doble de incidencia en tumores cerebrales y, las mujeres dentistas tres veces más posibilidades de padecer infertilidad, de sufrir abortos o de dar a luz un niño muerto.

Así como, los empleados en clínicas dentales presentan una mayor incidencia de tumores cerebrales y enfermedades cardíacas, pulmonares y renales.


En los empastes tanto de plata como de mercurio, en realidad la amalgama está compuesta aproximadamente de un 52% de mercurio y el resto de cobre, estaño, plata y zinc.

El dentista Hal Huggins, en su tesis, recopiló gran cantidad de documentación científica que demostraba que los cinco elementos que forman la amalgama afectan a todos los órganos vitales, entre los que se incluyen los riñones, el hígado, el corazón y el sistema nervioso central e inmunológico.

Huggins dice que más del 90% de sus pacientes con empastes de amalgama, presentan síntomas de fatiga similares a los de la encefalomielitis miálgica, que se atenúan cuando se retiran las amalgamas.


El Dr. Murria J. Vimi, demuestra en sus estudios publicados, que el mercurio de los empastes de amalgama se implanta en los tejidos corporales, en particular en la cavidad bucal, pulmones y tracto gastrointestinal, creando un veneno que se va segregando con el tiempo.

Es sorprendente ver que hay estudios que demuestran que a los 30 días de haber puesto una amalgama, la función renal y su capacidad de filtración se vieron reducidas en un 50%.

En estudios en ovejas gestantes, a les que se les implantó amalgamas de mercurio, se pudo observar que la mayor parte del tejido corporal fetal poseía mayores niveles de mercurio que el tejido corporal de las madres.

También es curioso el tema de los campos eléctricos alrededor de algunos dientes y los efectos extraños que se pueden producir.


En cada empaste se mezclan dos o más metales que entran en contacto con un medio salado, la saliva, y pueden comportarse como una pila.

Algunas veces, las corrientes hacen que los dientes filtren mercurio mediante un efecto llamado “electrolisis”, produciendo una corriente eléctrica galvánica y como consecuencia dando un sabor metálico en la boca, que empeora cuando se ingieren líquidos calientes y alimentos salados. O puede hacer que se desprendan vapores tóxicos de mercurio que llegan directamente al tejido cerebral.

También los efectos eléctricos pueden ser dañinos produciendo picos de voltaje suficiente para encender una linterna. Como estas corriente eléctricas se producen cerca del cerebro , ya que éste se encuentra a milímetros de la mandíbula, pueden causar problemas mentales, migrañas, neuralgias faciales, vértigos, mareos, trastornos del sueño o problemas digestivos, entre otras patologías.

Evidentemente, a la hora de demostrar la peligrosidad de las amalgamas, se crea una lucha entre las diferentes entidades como asociaciones odontológicas y fundaciones para la defensa medioambiental, entre otros.

No hay argumentos concluyentes, pero sí estudios y análisis clínicos que demuestran la peligrosidad de las amalgamas.

Hay estudios que vinculan el mercurio con el decrecimiento de linfocitos T y sus consecuencias como alergias, candidiasis, Alzheimer, enfermedades autoinmunes: como esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica, lupus, etc. e incluso leucémia.


El tema de la extracción de los empastes también es un tema delicado y lento, ya que hay una manera de proceder que no es nada simple y un tratamiento que debe seguirse estrictamente. Todo y así se pueden producir importantes efectos adversos.


Respecto a la anestesia todos somos conscientes de que los medicamentos tienen efectos secundarios y los anestésicos no son la excepción.


En cuanto a los selladores de fisuras, son empastes de plástico que se ponen para prevenir futuras caries en las dentaduras de los niños.

Parece que la prevención muchas veces se hace de manera agresiva, sin tener en cuenta otros procedimientos más naturales, como por ejemplo una buena educación alimentaria. Teniendo en cuenta que con esta educación alimentaria no sólo evitamos problemas dentales, si no que invertimos en la salud del cuerpo en su totalidad.

Flúor

En nuestro sistema de vida, parece que si no comemos productos con aditivos añadidos como calcio, yodo, flúor, etc., no queremos estar sanos y estos elementos los encontramos indiscriminadamente en muchos productos, con lo cual sometemos al cuerpo a una sobrecarga de ellos, que en muchas veces es perjudicial para nuestra salud.
En el caso del flúor lo encontramos en la sal, en los dentríficos, en los colutorios, en los programas de fluoración del agua de algunas ciudades, el teflón de los sartenes, las emisiones de gases industriales, etc.

El gran problema que existe en el consumo excesivo de flúor es que sólo se elimina del cuerpo la mitad del que se ingiere, al menos, en los individuos adultos y sanos.

No obstante, los niños, diabéticos o aquellos con problemas renales, retienen las dos terceras partes. Esta concentración en el organismo está vinculada con toda una serie de problemas distintos, entre ellos, el cáncer o problemas inmunológicos.

El flúor se utiliza combinado con otros elementos para la producción de fertilizantes, insecticidas, raticidas, es parte integrante de muchos fármacos, como los estrógenos sintéticos que forman parte de la píldora anticonceptiva o algunos antibióticos y anestésicos.

El exceso de flúor ha conducido al aumento de la fluorosis. Los síntomas de la fluorosis son: dientes moteados y decolorados.

Cuando hay una fluorosis los tejidos blandos, hay un extraordinario cansancio general, relacionado con una deficiencia de la tiroides. El flúor desplaza la iodina que necesita la glándula tiroides y esto hace que, esta glándula, deje de funcionar con normalidad.

La glándula paratiroidea regula la distribución del calcio y el fósforo del cuerpo, pero es muy sensible a cantidades excesivas de flúor, pudiendo llegar a producir hiperparatiroidismo.

También los glóbulos rojos mueren cuando se exponen al flúor, lo cual, produce una reducción de la hemoglobina en la sangre y como consecuencia una anemia.

Cuando el flúor aumenta el calcio disminuye, la mucosa del tracto gastrointestinal resulta dañada y se produce el síndrome del intestino irritable.

Los niveles de flúor en sangre aumentan de forma continuada con el uso prolongado de flúor.

La exposición excesiva al flúor produce cambios degenerativos en los músculos, el tejido conjuntivo y el tejido óseo.


Se ha demostrado que en las zonas en las que el agua está tratada con flúor, la población general muestra niveles peligrosos de dicho elemento, en los tejidos blandos y otros órganos como el corazón, los riñones y la vejiga. También afecta al corazón y a los vasos sanguíneos, al cerebro y a todo el sistema nervioso central.

Numerosas pruebas han demostrado que el flúor debilita a los huesos y también se ha relacionado con el osteosarcoma.

Algunos investigadores han observado similitudes entre los síntomas de la encefalomielitis miálgica o el síndrome de fatiga crónica y los detectados en los primeros estadios de la intoxicación por flúor.

En la intoxicación por flúor se pueden observar los siguiente síntomas:

-
Músculo-esqueléticos: Artritis, en particular en zona lumbar y cervical, dolor muscular, hormigueo, incapacidad de controlar las extremidades.

- Gastrointestinales: Dolor abdominal, nauseas, vómitos, hinchazón, diarrea, estreñimiento, episodios de dolor abdominal severo, inflamación de la boca.

- Neurológicos: Cefaleas tipo migraña, visión borrosa, convulsiones, fibrilación muscular.

- Respiratorios:
Problemas nasales y conjuntivos, enfisema, asma, hemorragias nasales.

- Cutáneos:
Dermatitis, inflamación alrededor de los vasos capilares.

- Otros síntomas:
Tos, exceso de mucosidad, dificultad respiratoria, úlceras bucales, sangrado de encías, palpitaciones, vértigo, dificultad para conciliar el sueño, sed excesiva, micción excesiva, episodios frecuentes de enfermedades en el tracto urinario inferior, edema en manos y tobillos, dolor en las articulaciones, rigidez, dolores reumáticos, erupciones, deterioro mental (fundamentalmente pérdida de memoria y de la capacidad de concentración), tinitus, fatiga y agotamiento extremo.

Aunque la presentación de algunos de estos síntomas no significa que, con toda seguridad, haya una intoxicación por flúor; hay otras enfermedades que también pueden presentar alguna de esta sintomatología.


En las zonas con porcentajes elevados de flúor, gran parte de la población sufre fluorosis dental y tienen los dientes manchados por la alta cantidad de flúor depositada.


Los efectos de estos depósitos de fluor hacen que los dientes se piquen y se formen caries en la superficie del esmalte debido a la desmineralización.

Muchos estudios han demostrado que la exposición al flúor puede ser la causante de cambios en el comportamiento. El flúor incrementa los efectos tóxicos y la absorción del plomo.


También hay estudios comparativos entre niños que habitaban en lugares donde las aguas contenían más cantidades de flúor y otros que habitaban en lugares donde la concentración de flúor en las aguas era menor y se ha observado que los primeros tenían un coeficiente intelectual más bajo.


Parece ser, que esto es debido a que el flúor se almacena en los tejidos cerebrales y que los individuos más jóvenes son más vulnerables a ello.

También se observó en un estudio, que la concentración de flúor en la placenta de una madre es superior que la que hay en el torrente sanguíneo.

Sin embargo, como las proporciones de flúor presentes en el cordón umbilical no se corresponden con exactitud a las del feto, se piensa que la placenta, de algún modo, aísla al flúor para proteger al feto.

La mayoría de las prácticas odontológicas son, en sí mismas tóxicas.


Los métodos actuales utilizan mayoritariamente metales, plásticos y polímeros, cerámica y prótesis de todo tipo.

Gran parte de estos materiales hacen que el cuerpo muestre resistencia, con lo que el sistema inmunitario empieza a trabajar a un ritmo frenético, el tiempo acusa la fatiga y su salud se debilita.


Como conclusión se puede decir que lo más recomendable es una dieta saludable y una higiene bucal adecuada como prevención de cualquier problema dental.


CUIDADO DENTAL PREVENTIVO


Tomar alimentos naturales, no procesados, preferiblemente biológicos. Utilizar colutorios sin alcohol y sin flúor: Los elaborados con extractos de plantas como camomila, la equinácea y la mirra son especialmente efectivos.

Elegir cuidadosamente los productos para la higiene bucal.Evitar las toxinas medioambientales.

Minimizar la ingesta de medicamentos.
Beber té verde y té negro: Por su riqueza en flavonoides.

Evitar tomar dulces.Cambiar con frecuencia el cepillo de dientes.

Mejorar la técnica de cepillado: Cepillarse los dientes a diario, preferentemente después de cada comida, dedicando diez pasadas a cada zona; hacia abajo en los dientes superiores, hacia arriba en los inferiores y en movimientos circulares en la superficie de los molares.
Es preferible beber agua embotellada si las aguas están fluoradas.

En los niños lactantes es preferible darles el pecho tanto tiempo como sea posible y tener cuidado con los preparados para lactantes.

ODONTOLOGÍA INTEGRAL

Los especialistas en odontología integral consideran que los dientes guardan una relación tangencial con la salud del resto del organismo. De cada vez hay más pruebas de que los dientes son parte integrante de la salud general y que están vinculados con enfermedades que afectan a otras partes del cuerpo.
Por otra parte, uno de los principios rectores de la odontología integral estriba en la importancia de la mordida. Si los dientes superiores e inferiores no encajan como deben, se acumulan tensiones en la mandíbula y a la larga se genera un agarrotamiento crónico del músculo.
Autora: Teresa Farré i Rosich
Existen ligamentos, sensibles a la elasticidad, que conectan los dientes con el hueso maxilar. Su finalidad consiste en intentar ajustar los músculos maxilares, para rebajar la presión en los dientes. Como consecuencia, se producen espasmos en los músculos que rodean la articulación que une la mandíbula al resto de la cabeza (ATM).
La articulación temporomandibular (ATM), está ligada a muchas partes del cuerpo. Su disfunción puede causar complicaciones como: problemas posturales, dorsales, cervicales, artritis, dolores de cabeza, molestias en las piernas, etc. Si la oclusión dental es mala, el cuerpo, al completo, trata de reajustarla.

Sin que la persona afectada se dé cuenta de lo que ocurre, ese reajuste se vuelve crónico y, de esta manera puede generar dolores permanentes en cualquier zona del organismo.
Buena Siembra